jueves, 4 de mayo de 2017

Chakra inferior Mahatala: Inconsciencia y ceguera interior

Los chakras inferiores corren a lo largo de las piernas por debajo del chakra raíz Muladhara. Son vinculados a los instintos animales, y al inframundo Patala de la tradición hinduista, que afirma que el universo se divide en tres mundos: Svarga (reinos celestiales), Prithvi (tierra) y Patala (los reinos subterráneos). 


De las siete regiones o lokas que componen al subterráneo, la sexta Mahātala, o "gran fondo" es la morada de muchos nāgas (semidioses inferiores con forma de serpiente). Kadru, esposa del sabio Kasyapa, dio a luz a mil nāgas, encabezadas por la banda "Irascible", Kuhaka, Taksshaka, Kaliya y Sushena. Viven aquí con sus familias en paz, pero siempre temen a Garuda, el águila.




Las leyendas de Kadru hablan de su relación con su hermana mayor Vinata, que también era una de las muchas esposas del sabio Kashyapa. En una historia, Vinata y Kadru pidieron a Kasyapa descendencia. Mientras que Kadru pidió mil hijos, Vinata pidió sólo dos, pero con gran poder. Después de un lapso de quinientos años, los huevos puestos por Kadru eclosionaron y sus hijos cobraron vida; de éstos surgieron mil serpientes nāgas, los más destacados fueron Shesha, Vasuki y Takshaka. Todas las nāgas nacidas en este mundo son descendientes de estos mil hijos. 

Vinata se puso celosa, pues sus huevos no habían nacido. En un momento de prisa, rompió uno de los huevos, de donde surgió un destello de luz, Aruṇá. Era tan radiante y rojizo como el sol de la mañana. Pero, debido a la rotura prematura del huevo, Aruṇá no era tan brillante como el sol del mediodía como le prometieron ser. Este hijo se enfureció por su forma física y maldijo a su madre por su acto precipitado, diciendo que sería esclava de su hermana Kadru durante quinientos años hasta que naciera el hijo de su segundo huevo. Aruná se convirtió en el cochero del dios del sol y es el motivo del cielo rojo al amanecer. 


Finalmente, después de quinientos años, el segundo hijo de Vinata, Garuda, nació en forma de un enorme águila con inmenso poder. Tan pronto como nació, huyó con gracia buscando alimento. Garuda se convirtió posteriormente en el vehículo de Vishnú, el dios de la conservación. Desde entonces, la enemistad entre Kadru y Vinata mantiene a su descendencia, las serpientes nāgas y Garuda, en constante lucha.

Ubicado en los pies, Mahátala es el reino oscuro 'sin conciencia', y de la ceguera interna. Las nāgas, como serpientes ocultas en madrigueras representan las programaciones y comandos de nuestro subconsciente, aquella parte profunda y oculta de nuestra mente que carece de la luz de la conciencia, lo que el psicólogo Carl Jung llamó "el arquetipo de la sombra". Muchos de estos programas de conducta nos darán felicidad, pero otros tantos nos mantendrán sometidos a hábitos que nos hagan infelices. 

En contraparte, Garuda, el águila, representa la cualidad del espíritu de volar alto, libres de cualquier condicionamiento mental. El atributo contrario para equilibrar el chakra Mahátala es el derecho a ser expansivos y sin obstáculos, cualidad que obtenemos durante el estado de meditación profunda, en el que gozamos de una vista panorámica de aquello que antes se mantenía oculto.




A través de la metáfora de los submundos, el hinduismo describe a los chakras inferiores, no como algo que debamos negar o repudiar, sino como parte de la naturaleza humana, y como aquello que una vez trascendido y canalizado, nos ayuda a acceder a los estados superiores de conciencia. Con apoyo de posturas y respiraciones yóguicas, podemos dirigir nuestra mente, de la inconsciencia que nos mantiene sometidos, a la luz de la verdad que nos libera. Sólo reconociendo y aceptando nuestra oscuridad, somos capaces de transformar nuestra vida y trascender hacia la luz. 

En palabras de Jung: "Un hombre que no ha pasado a través del infierno de sus pasiones, no las ha superado nunca" y "Lo que niegas te somete, lo que aceptas te transforma".

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